Justo cuando empezó a escuchar aquella canción, una sonrisa se perfiló tímida, pero visible en su rostro hasta entonces apenado y abatido. Tardó pocos segundos en comenzar a reír de una manera totalmente despreocupada, casi infantil. Sin ningún tipo de vergüenza, a carcajada limpia, a punto de desencajársele la mandíbula. Cantando entre carcajadas aquella letra nunca olvidada. Desapareció toda preocupación de su mente, y todo su ser fue invadido por una sensación de bienestar que creía haber olvidado, era totalmente feliz y despreocupado.
”Si entre los dedos se me escapa volando una flor
y yo la dejo que me marque el camino.”
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