(Del lat. scribĕre).
Pero me cuesta mucho. Me cuesta mucho escribir algo consistente y con sentido. La mayoría de las veces no suelo pasar de la primera página, a veces incluso de un solo párrafo o de unas pocas frases. Me siento aplastado por una especie de carga que me impide escribir algo interesante. Me asaltan mil dudas. Y me bloquean. Y me bloqueo.
Antes, la mayoría de las veces arrugaba la hoja y me deshacía de ella, pero ahora no, ahora la guardo en una carpetita gris. Esperando quizá –no se cómo- que estando allí, los escritos mejoren solos. O que al volver a leerlos un tiempo después, ya tenga mejores ideas y pueda escribir sobre aquellas viejas palabras. O ver cómo el tiempo y la experiencia ha actuado sobre mí y me ha cambiado. O escribir de nuevo con aquellas palabras que hoy me siguen sonando huecas y muchas veces absurdas cada vez que las saco de la carpeta y las releo una vez y otra y otra.
“- No estás escribiendo…
- Estoy con mi tren, ¿te gusta? Lo acabo de comprar
- ¿Y desde cuando no escribís nada?
- Desde que estuve de viaje
- Quizás ya no tengas nada que decir, mira aquí te marqué varios trabajos posibles
- No necesito que me busques trabajo, estoy bien así, soy poeta
- ¿Qué oficio es ser poeta? ¿Dónde dice aquí?: “Se busca poeta, buena remuneración”
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