jueves, 14 de agosto de 2008

cena

Pasó buena parte de la tarde allí sentado. En el sillón del salón, frente a la ventana abierta. Con la mirada fija en aquella antena de televisión; dirección sur-sudeste. Pensaba en la noche anterior. En la cena anterior. Fue una cena sencilla. Una casa, dos platos, cuatro besos. Ocho; con los de la despedida. Se cerró la puerta y se acabó. Él le dijo a ella cosas que nunca creyó ser capaz de decir. Ella esquivó su mirada. Ella le dijo a él aquello que llevaba tanto tiempo queriendo decirle. Él esquivó su mirada. Salvo por aquellos minutos interminables, la cena transcurrió con bastante rapidez. Fue amena y agradable, pero sobre todo fue necesaria.

Ahora pensaba en todo lo dicho, pero sobre todo en todo lo callado. Pensaba en sí había sido correcto decirlo, si quizá debería habérselo callado para siempre. Si quizá debería haber dicho lo que calló. Pensaba en que pensaría ella de todo. De todo lo dicho. Pensaba en si ella esperaba oír algo que él no dijo. Pensaba en lo que ella dijo y en cómo lo dijo. En si era verdad, mentira, celos, dolor, envidia,… Se maldijo varias veces por ser incapaz de distinguir los sentimientos en las palabras que ella dijo. Pero aún se maldijo más por haber sido incapaz de habérselo dicho todo. Todo sobre aquello. Y sobre todo, todo sobre todo lo demás.

Y aunque ahora no los separasen más de trescientos metros, les separaban más de trescientas palabras y otros tantos silencios. Demasiadas palabras, resolvió, como para tardar en intentarlo. Demasiados silencios como para no intentarlo.


PD: A P.; por las cenas que nunca tuvimos y que probablemente nunca tendremos.


“Déjate llevar
Si el alma te lleva
Duele el corazón
Cuando te lo dejas, cerca del final donde todo empieza”


Fito & fitipaldis – Donde todo empieza.

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