miércoles, 5 de septiembre de 2007

Este verano se me está acelerando justo al final.

Comenzó como otro verano más, demasiado largo para algunas cosas y algo corto para otras. En junio todos dijeron que pasaríamos muchísimo calor –el verano más caluroso del siglo después del de 2003; aquel si que fue un verano con un par- no dieron una; por lo menos en Madrid, sólo tuvimos un par de días de verdadero calor.

El caso es que en los dos o tres últimos veranos no me había sucedido nada digno de mención; todos los días no eran más que el mismo día repetido casi casi hasta la demencia y el aburrimiento. Los lunes se solapaban con los domingos y los martesmiércolesjueves eran un solo día de setenta y dos horas. Cada hora, cada minuto, cada segundo se llenaba de planes que no se llevaron a cabo; muchas promesas que acabaron sin cumplirse, como palabras arrastradas por un viento pesado y lento que barre las calles solitarias a las cuatro de la tarde, cuando un sol que no consigue dibujar ninguna sombra amenaza con hacer brotar una tras otra, infinitas gotas de sudor por las sienes tensadas con tanto estudio. Y demasiadas ideas muchas de ellas necesitadas de una profunda reflexión para no acabar siendo internado en una institución mental.

Allá por el veintitantos de junio, cuando empezó el asunto todo indicaba que de nuevo una losa de desazón y pesadumbre, vagancia y la más profunda de las perezas nos cubriría como una cálida manta impidiéndonos hacer nada, salvo arrastrarnos durante el día y aguardar a la noche para salir quizá o intentar dormir algo.

Así en este verano conseguí entre otras, dos cosas bastante importantes. Una de ellas buscada y la otra surgió no se muy bien porqué. Un trabajo y éste escaparate, mi blog. Gracias a quien corresponda.

“Hot town, summer in the city
Back of my neck getting dirty and gritty
Been down, isn't it a pity
Doesn't seem to be a shadow in the city”

Lovin' Spoonful - Summer in te City

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