sábado, 22 de septiembre de 2007

Las nubes blancas

Hoy, las nubes avanzan muy lentas. Como caracoles sobre una tierra muy seca, avanzan lentas pero decididas. Decididas a llegar a un destino incierto; eso, si llegan, porque la mayoría de ellas ya se ha hecho jirones antes siquiera de llegar a cruzar el espacio de cielo azul brillante que hay al otro lado de mi ventana. Se transforman en débiles pedazos de vapor, como si fuesen jirones de una camisa vieja, que ya nunca volverán a formar la misma nube, ni la misma camisa. Pero siguen cruzando lentamente, arrastradas por un viento más débil que el de ayer. Así marchan ellas. Las nubes blancas y brillantes, iluminadas ahora por un Sol radiante, que supervisa su correcta formación y desfile hacia el oeste, hacia el gran mar. Allí donde alguna de ellas quizá se reencuentre con un trozo de nube que perdió hace años. Y donde todas juntas se embarcarán en un viaje hacia la otra orilla, dejando algún que otro jirón sobre el azul oscuro del mar y bajo el azul cambiante del cielo. Ese precioso cielo que ahora mismo ya está completamente despejado y se despide apenado de ellas, de las nubes blancas.


“Hoy ya no veo figuras si miro a las nubes.
Hoy, que nos contaminaron con algo asqueroso.
Hoy, con rencor, con poder, con dinero y con odio.”



Platero y tú - Si miro a las nubes.

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