lunes, 1 de octubre de 2007

“A los pies del Haya roja”


Justo al pasar una enorme roca que hay a la izquierda de la vereda y junto a la que hay un roble que tiene el tronco roto. Allí debes abandonar la vereda y salir por la izquierda. Avanzar en recto unos cincuenta metros y allí la encontrarás. Allí está el haya roja.

No es ningún haya raro, ni está enfermo, lo que ocurre es que al anochecer, la luz del ocaso se filtra entre las ramas de las otras hayas y llega hasta ella una gama de colores que dependiendo de la posición del Sol al ponerse, varían desde un granate ya casi marrón hasta un naranja muy claro y brillante.

Parece como si las otras hayas quisieran regalarla los últimos rayos de Sol de cada día, por ser la más vieja y grande de todo el hayedo.

Debes ir un día cuando la tarde empiece a caer, sentarte y contemplar el espectáculo; y luego al cobijo de la Luna y bajo la mirada de las estrellas debes hacer otra cosa. Cava a los pies del haya, justo bajo el tramo de tronco que da al este; allí está lo que buscas.

Tómalo y úsalo el tiempo que necesites y cuando ya no te haga falta devuélvelo a su lugar. Y recuerda: no debes dejar que nadie te vea; y sólo debes decirle donde está a quien tú creas que realmente lo necesita.

Madrid J-7-6-2007



“I knew the pathway like the back of my hand.”


Keane - Somewhere only we know

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