martes, 9 de octubre de 2007

XCIX

La ciudad se extiende inabarcable allí abajo. Miles de luces encendidas al tiempo intentando rivalizar con las estrellas que cuelgan impasibles del cielo. Un cielo negro y perfecto, sólo salpicado de pupilas blancas que titilan demasiado lejos. Perfecto como sólo la mano de un genio enloquecido podría haberlo pintado. El invierno se marchó hace tiempo, pero las noches lo recuerdan. Frío que nota en la espalda que se convulsiona estremecida por un cuchillo de hielo que la corta en dos. Sus pies recuerdan ahora el contacto frío de la cornisa de piedra. Ahora que ya no hay nada más.



Clint Mansell – Requiem for a dream.

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